"Científicos de todo el mundo prevén colisiones entre
la red de satélites y la basura espacial, que podrían afectar a las
telecomunicaciones y la seguridad mundial. Alrededor de la Tierra circulan
cerca de 29.000 objetos. Una amenaza que se cierne sobre nuestras
cabezas."
Esta noticia nos la dan los más de 300 expertos que se
acaban de reunir en la VI Conferencia Europea sobre Basura Espacial.
Los científicos han destacado el peligro que suponen
estas partículas en órbita, muchas de ellas de más de diez centímetros, para
satélites meteorológicos y de telecomunicaciones. La mayoría son de pequeñas
proporciones pero circulan a unos 25 mil kilómetros por hora.
A estas velocidades, los objetos más pequeños también
representan un peligro, ya que la energía que se desprende de las colisiones es
gigantesca.
La cantidad de chatarra espacial
seguirá creciendo sin control, y los cálculos predicen que para el año 2055
será imposible lanzar cualquier misión espacial sin toparse con uno de estos
objetos, a menos que se desarrolle y ejecute un plan para librarse de ellos.
Hay una cantidad brutal de basura
humana orbitando el planeta, y esta no va a quedarse ahí para siempre. Tiene
dos caminos: Caer a tierra o alejarse de nosotros hasta que abandone el campo
gravitacional de la Tierra, pero al parecer lo más probable es que se produzca
el primer fenómeno.
En septiembre del 2011, el satélite UARS cayó sobre el pacífico sur y un mes después, el satélite alemán ROSAT lo siguió, cayendo en la bahía de Bengala. No hubo víctimas, pero pudo haberlas, y la cosa no va a terminar ahí, sino que esto sucederá cada vez con mayor frecuencia, cuando la enorme cantidad de satélites que circundan nuestro planeta deje de ser útil y pierda la capacidad de mantenerse en órbita.
Dos de los objetos más grandes cuya caída al planeta está programada para los años venideros son el Telescopio Espacial Hubble y la Estación Espacial Internacional, y no se trata de objetos pequeños, precisamente.
Como eliminamos la basura espacial:
1. Cables de reentrada a la Tierra. Pensado para recuperar la basura que se encuentra en las órbitas más lejanas, este dispositivo consiste en un cable de acero de varios kilómetros de longitud que se despliega al final de la vida del satélite, le hace perder energía y provoca su reentrada paulatina en la atmósfera. El sistema es útil para objetos grandes, pero la operación es cara y compleja, y el cable sería vulnerable al choque con otros objetos.
2. Dispositivos de “aumento de arrastre”. Al final de su vida útil, los satélites despliegan un mecanismo como alerones, globos o incluso velas solares, que lo arrastra paulatinamente a órbitas más bajas hasta entrar en la atmósfera. El coste es bajo y se podría instalar en objetos que ya están en órbita, pero el sistema aumenta el ritmo de colisión con otros objetos y no es eficaz para los objetos más lejanos.
3. “Recogedor” de basura. Se trata de un vehículo espacial que se aproximaría al objeto orbital, lo atraparía con un cable y lo soltaría a una altura más baja. Después continuaría su labor atrapando otros objetos. La ventaja, según los expertos, es su capacidad para recoger hasta 20 objetos y maniobrar en las órbitas más lejanas. El sistema sería caro y complejo.
4. “Atrapa-objetos” de aerogel. Este sistema consiste en soltar en la órbita baja un vehículo con paneles cubiertos de un aerogel altamente adhesivo que funcionen como una especie de “atrapamoscas”. De esta forma, los objetos más pequeños se irían quedando pegados a la superficie y después bastaría con hacer reentrar los paneles en la Tierra. El problema es que hay más de un millón de pequeños objetos, por lo que haría falta mucha paciencia y muchas misiones de limpieza.
5. Minicohetes acoplados. Otra forma de bajar las piezas de chatarra espacial de gran tamaño es acoplar pequeños cohetes que los impulsen de vuelta a la Tierra o los saquen de nuestro sistema. Las agencias espaciales creen que sería una buena solución para objetos grandes, pero que la instalación en algunos vehículos sería demasiado complicada.
6. El láser destructor. láser pulsado, desde la Tierra, se podría seleccionar la basura espacial que se quiere eliminar y gracias a impactos energéticos conseguir que cambie de órbita. Gracias a esta modificación de la trayectoria de estos restos inservibles los científicos conseguirían que se precipitaran sobre la atmósfera terrestre desintegrándose en la caída.
De este modo, tanto los restos más pequeños como los de tamaño medio, desaparecerían de la órbita terrestre, exactamente entre 200 y 2.000 kilómetros de distancia de la Tierra, evitando cada vez más probables colisiones.