Las especies exóticas invasoras (EEI), entre las que se
encuentran en nuestro país el Mejillón Cebra, el Mapache o el Caracol Manzana,
constituyen una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el
mundo.
Una EEI es “aquella que se introduce o establece en un
ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y
amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento
invasor, o por el riesgo de contaminación genética”.
Las especies invasoras suponen una fuerte amenaza para la
fauna autóctona en cualquier región del planeta. Triunfan por su agresividad (respecto a otros animales) y tienen una gran capacidad de adaptación. Sólo en
Europa hay más de 11.000, de las que 1.400 habitan en España.
Curiosamente, el cambio de hábitat beneficia a las nuevas
especies porque no sufren los ataques de
sus depredadores naturales y tiene que pasar un tiempo hasta que otros animales
se fijen en ellas como alimento, por lo que se han convertido en la segunda
causa de extinción de especies autóctonas.
1 Mosquito tigre (Aedes albopictus)
Se detectó por primera vez en Sant Cugat del Vallés
(Catalunya) en el año 2004 y desde entonces amenaza con expandirse a toda la
geografía española. Fue introducido accidentalmente en unos neumáticos
procedentes de Italia donde se habían formado pequeños charcos de agua, el
hábitat donde se desarrollan sus larvas.
2. Cangrejo americano (Procambarus clarkii)
Es un crustáceo de origen norteamericano introducido en la
Península Ibérica, y uno de los más graves atentados ecológicos de los últimos
tiempos en el viejo continente.
Por un lado esta especie ha desplazado a nuestro cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes), compitiendo con él por el espacio y además infectándolo de un hongo, del que el americano es portador, aunque inmune, el Aphanomyces astaci. Por otro lado el cangrejo americano depreda sobre las poblaciones de anfibios con una fuerza desmedida, y ha ocasionado extinciones locales en diversos puntos de nuestro país.
3. Siluro (Siluro glanis)
Estos peces se caracterizan por no poseer escamas y tener
una piel muy mucosa que hace muy difícil cogerlos con las manos.
Son alargados
y pueden llegar a medir hasta 3 metros de largo y pesar más de 150 kg. Son
altamente resistentes: toleran la contaminación y la baja
oxigenación del agua.
Pueden vivir en agua dulce o salobre y tienen una gran
actividad sobre todo nocturna, momento en que escarban el fondo con su gran
cabeza y sus “bigotes” buscando alimentos. Este pez es oriundo de los grandes
ríos del este de Europa y el oeste asiático, y es el mayor pez de agua dulce
del continente europeo.
Ejemplar extraído del Duero
Llegó a los ríos occidentales de dicho continente de manera artificial, trasladado por el hombre con el objetivo de emplearlo para la pesca deportiva . En su fase juvenil se alimenta de pequeños invertebrados del fondo y otros que caen al agua, pero en su fase adulta además de comerse otros peces, devoran roedores, ranas, tortugas e incluso a los patos. Los siluros son capaces de trasladarse cientos de metros fuera del agua buscando nuevas lagunas cuando las suyas se desecan o ya no quedan alimentos suficientes para ellos. una sola hembra de siluro puede poner más de 350000 huevos con un período de incubación que puede ser solo de entre 2 y 10 días
4. Mejillon cebra (Dreissena polymorpha)
Es un molusco bivalvo de agua dulce no comestible,
resistente también en aguas salobres, que se caracteriza por su rápida
propagación y su gran facilidad para reproducirse. Es natural de los mares
Negro y Caspio. La navegación fluvial y
el transporte marítimo de mercancías ha posibilitado su expansión a numerosas
zonas acuáticas de América del Norte y Europa, provocando graves efectos
ecológicos y económicos. Por ejemplo, en los Grandes Lagos norteamericanos ha
alcanzado la cifra de 750.000 individuos por metro cuadrado.
Esta especie invasora carece de depredadores en nuestras
aguas y es que el mejillón cebra se adhiere a tuberías, desagües, compuertas o
redes de riego impidiendo la salida del agua y provocando importantes daños
económicos en infraestructuras e instalaciones. También afecta a especies autóctonas como los
cangrejos u otros invertebrados a los que les arrebata su alimento.
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