La hoja es un órgano muy sensible a
su entorno. En ella se producen dos procesos básicos para la planta: la
transpiración y la fotosíntesis. Ambas precisan superficies grandes para
realizar el intercambio gaseoso, pero cuando el agua escasea, un exceso de área
foliar puede ser perjudicial. Por eso, la estructura de las hojas suele
reflejar un compromiso entre estos dos procesos para compatibilizarlos en
función del medio donde vive la planta.
Además, dentro del mismo árbol hay
diferencias, puesto que las hojas de la copa suelen ser más densas y más pequeñas
que las de la base.
A medida que nos vamos alejando del
ecuador los árboles comienzan a notar los cambios de temperatura y de luz de
las diferentes estaciones. De esta manera, van dejando de ser bosques de hoja
perenne para ir convirtiéndose en bosques de hoja caduca. Los árboles
caducifolios son aquellos que se quedan desnudos en ciertas épocas del año, que
normalmente son aquellos periodos de menos luz y de menos calor.
Sin embargo, el gran dominio de
árboles de hoja caduca está situado en los bosques de las zonas templadas de
Europa. América del Norte y Asia.
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