viernes, 22 de noviembre de 2013

HOJAS PERENNES, HOJAS CADUCAS

La hoja es un órgano muy sensible a su entorno. En ella se producen dos procesos básicos para la planta: la transpiración y la fotosíntesis. Ambas precisan superficies grandes para realizar el intercambio gaseoso, pero cuando el agua escasea, un exceso de área foliar puede ser perjudicial. Por eso, la estructura de las hojas suele reflejar un compromiso entre estos dos procesos para compatibilizarlos en función del medio donde vive la planta.
Además, dentro del mismo árbol hay diferencias, puesto que las hojas de la copa suelen ser más densas y más pequeñas que las de la base.   
   

Todo el mundo conoce árboles de hoja caduca, como el chopo o el olmo, que pierden sus hojas al llegar el invierno; y árboles de hoja perenne, que las mantienen todo el año, como el pino o la encina. Las estrategias caducifolia y perennifolia son el resultado de la adaptación de los árboles a las condiciones de clima y suelo en las que se desarrollan. Incluso existen algunas especies que pueden mostrar ambos comportamientos dependiendo de dónde crezcan.

                                                  
A medida que nos vamos alejando del ecuador los árboles comienzan a notar los cambios de temperatura y de luz de las diferentes estaciones. De esta manera, van dejando de ser bosques de hoja perenne para ir convirtiéndose en bosques de hoja caduca. Los árboles caducifolios son aquellos que se quedan desnudos en ciertas épocas del año, que normalmente son aquellos periodos de menos luz y de menos calor. 
Sin embargo, el gran dominio de árboles de hoja caduca está situado en los bosques de las zonas templadas de Europa. América del Norte y Asia.

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