Mucha gente tiende a confundir hongo y seta. De hecho el
término hongo puede resultar un tanto equívoco en lenguaje coloquial. Para
algunos, los hongos son algún tipo de seta, comestible o no. No obstante, desde
el punto de vista científico las diferencias son claras: los hongos son unos
organismos peculiares, fascinantes y muy diversos; las setas son los cuerpos
fructíferos de ciertos hongos.
Los hongos son estudiados por los micólogos.
Los hongos son omnipresentes y cosmopolitas; pueden
aparecer prácticamente en cualquier sitio, y alimentarse de lo más
insospechado. Se conocen más de 80.000 especies de hongos, aunque probablemente
existen muchísimas aún no descritas (tal vez más de un millón).
La mayor parte de los hongos son saprofitos (descomponen
la materia muerta), y juegan un papel de vital importancia en el mantenimiento
de los ecosistemas, reciclando la materia orgánica que luego podrá ser
utilizada por los vegetales. Por otro lado, hay varios miles de especies que
parasitan a las plantas; de hecho, los hongos son los fitopatógenos por
excelencia. En comparación, sólo unas cincuenta especies provocan enfermedades
(micosis) en humanos. Otros hongos viven en simbiosis mutualistas, como los
líquenes (con algas) y las micorrizas (con las raíces vegetales, casi siempre
imprescindibles para la supervivencia de las plantas en ecosistemas naturales).
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